El piso de llanta forma parte de la innovación inmediata de la arquitectura o mejor dicho, de la decoración interna. Sin embargo, no sólo forma parte de la decoración o adorno de un lugar determinado, también cumple ciertos estándares de comodidad y utilidad en estos mismos lugares, precisamente en fábricas y talleres donde es más sencillo manejar las actividades constantes en este tipo de superficie. Pero, no todo es bueno y aquí te dejamos algunos detalles.
Por esto no es bueno usar un piso de llanta
Reparación: normalmente vienen en tiras (llantas estiradas) o en su defecto, en cuadros confeccionados al mezclar el material completo. El problema está al momento de repararlo, sí, de repararlo. Aunque forma parte de la superficie ideal para un taller o lugar de constante traslado, también es cierto que no deja de ser plástico y un golpe o fricción muy fuerte (arrastre de cajas o cualquier objeto) puede generar rupturas en el piso, por lo que tendrás que comprar una gran pieza para suplantar un pequeño espacio.
Olor: aunque es reciclado y forma parte de una noble campaña para el ambiente, el olor a neumático se mantiene incluso después del proceso de recuperación para usarlo como piso. Este tipo de detalles son un problema para personas alérgicas y en lugares donde el aire acondicionado forma parte de la convivencia.
Desinstalación: sencillo de colocar pero engorroso para retirarlo. La pega especial que se usa y el propio material de la llanta, hacen que el piso original quede manchado, por lo que si quieres quitarlo, debes tener en mente la nueva opción que usarás para cubrir el piso original y evitar que las manchas le den mala apariencia al lugar.
Tomando en cuenta estas opciones, puedes comenzar a analizar si colocar pisos de llanta es la mejor opción en tu oficina o en tu casa.