Ámsterdam es mucho más que los coffee shops y el sexo, pero es imposible ir a la ciudad por primera vez y no saber esa parte «oscura», o “zona rosa», de la ciudad. Es la famosa zona roja. Muchos son los turistas que desearían tomar unas fotos en la zona, pero sólo los más valientes la toman fotos porque está prohibido.
Las mujeres en las vitrinas… Este es uno de los atractivos de la zona rosa. Pero antes que nada, si eres una mujer, puedes estar tranquila. Puedes ir a otro lugar turístico de la ciudad. Siempre hay muchos turistas que llenan las calles. Incluso los grupos de adultos mayores.
Las mujeres las hay de todos los tipos. Bellas, feas, altas, bajitas, flacas, gordas. Algunas se colocan en sus cuerpos cremas, y a veces llegan a ahumar el cristal de su vitrina.
Cuando aparece un cliente, la mujer entra en su vitrina, cierra la cortina y comienza la diversión total. Además, como dijimos antes las fotos están prohibidas en este entorno. Hay advertencias. Dicen que hay que varias personas que disfrazan sus cámaras para coger su cámara/teléfono y forcejear si los atrapan fotografiando. ¿Por qué correr el riesgo, ¿no?
Cuando hay un hombre que se queda viendo a la mujer en la vitrina sin tomar ninguna acción de contratar sus servicios, esta simplemente le hace una cara fea y cierra la cortina de la ventana con todo.
Shows de sexo explícito
En la Zona Rosa de Ámsterdam también existe una gran cantidad de sex-shops y show de sexo explícito. Para disfrutar de un show de 1 hora (o un poco más) con algunas bebidas tienes que pagar 50 euros. Hay lugares económicos pero que siempre están atestados de gente, son 8 cabinas que funcionan como sigue: pones 2 euros y tienes derecho a asistir a una fiesta durante 2 minutos. Los más populares son los clubs de striptease, y espectáculos de sexo explícito. Es vergonzoso, pero muy divertido y entretenido. Aún más porque puedes ver toda la gente de las otras cabañas (todos los turistas y muchas parejas) y, en consecuencia, la pareja en acción también te ve mientras estés practicando ese acto hermoso de amor. Al final, todo el mundo sale de la cabina riendo. Esta cabaña es muy pequeña. En dos minutos, muchas parejas hacen de todo. Y si tus monedas no las tienes, seguro, hay una máquina lista para cambiar sus billetes por monedas.
Las calles tenían olor a marihuana, los turistas estaban locos con tantas atracciones. Dejando de lado la diversión, es triste pensar que en realidad estas mujeres están expuestas en las vitrinas como meros objetos. Pero al menos todo lo que hay es legalizado.