Para muchas personas los alimentos congelados constituyen una estupenda alternativa, cuando evalúan su ritmo de vida, sus intereses particulares y sus necesidades, pues los congelados presentan mayor disponibilidad en el mercado, pueden ser más baratos que los alimentos frescos, resultar prácticos en cuanto a tiempo de preparación para hacerlos aptos al consumo inmediato, o simplemente, por ser el acompañante idóneo para otros alimentos frescos.

La práctica cotidiana, y el desconocimiento de la técnica adecuada, hace que muchas personas consideren que la congelación de alimentos supone una pérdida considerable de sus cualidades organolépticas. No obstante, la práctica adecuada demuestra que sólo un experto catador podría diferenciar el sabor entre un producto fresco y uno que ha sido debidamente procesado para su congelación y descongelación.

La selección de los productos a congelar así como el frigorífico empleado en el proceso juegan un papel importantísimo para los resultados.  En primer término, los productos frescos pueden sufrir deterioro desde el momento de su recolección hasta el momento de la congelación. En segundo término, si el frigorífico es manipulado de manera incorrecta, afectará los resultados, y hasta puede estropear los alimentos.

En cuanto a la ventaja económica que presenta la congelación de alimentos, radica en que la selección de los productos frescos suele hacerse en la temporada de mayor oferta, o la época de cosecha. De este modo, el consumidor puede asegurarse de escoger aquellos ejemplares que más le gusten, además de asegurarse de congelar cantidades significativas.

Entre las técnicas de congelación, el procedimiento más moderno e idóneo resulta ser la ultracongelación, pues somete a los productos a un cambio rápido de temperatura, asegurando la conservación de sus nutrientes y de sus características particulares.  En el caso de la práctica doméstica, este procedimiento no será viable, sin embargo, con la planificación y organización adecuadas, se logran resultados excelentes.

Todos los productos destinados a la alimentación deben congelarse en su punto óptimo, sin agregar componentes que puedan transformarlos en algún punto del proceso. Los envases a emplear en casa deben estar higiénicamente dispuestos a fin de evitar agregar microorganismos que puedan alterar el producto.